Su mente vagaba por un sendero de escaleras de mármol, sus pasos acariciaban cada peldaño a la luz de las velas. Esta tenue luz bañaba los rostros de un desfile de historias inertes; miedo, desolación y angustia se leía en sus gestos exagerados. Ascendía entre ellos sin pensar, solo observaba como era su costumbre; se limitaba a recordar los días en que todo era diferente, en que esos cuadros no la asustaban, en los días en que tal vez no estaban allí, adornando su camino al abismo de la locura.
Al fin llegó al rellano del segundo piso de la Mansión Lumennese. Ante ella un pasillo angosto y casi interminable, lleno de puertas imperfectas que arrastraban a lugares que ella desconocía y que no quería conocer, ya que la fuerte luz que se colaba por la alfombra enceguecía sus pensamientos o, por el contrario, la oscuridad que se reflejaba le traía un recelo inaguantable. Mas era tranquilizante el aroma a rosas marchitas que impregnaba cada silencioso roce del tapizado púrpura.
Al final del pasaje, halló por fin la única puerta que debía atravesar. Era un hermoso Portal, decorado cuidadosamente por manos expertas en elegancia y exquisitez.
Este Portal se abrió sigilosamente al sentir su presencia.
Dentro, esperaba una silueta delineada en paredes carmesí, unas manos finas y largas paseaban sus uñas por el cristal que reflejaba los árboles muertos al claro de la Luna. Unos cabellos dorados hacían juego con los candelabros, y su túnica de Jade combinaba perfectamente con su aire autoritario.
- Anyka...
- Maestro yo...- empezó a decir, colocando su rodilla en el suelo bajando la cabeza, su cabellera pelirroja se extendió a sus pies.
- Sé a que has venido querida...- Interrumpió él con palabras suaves y lentamente pronunciadas - Te he encomendado una misión, ¿declinaras?
- No - Respondió Anyka con un nudo en la garganta.
- Entonces Ve... Quiero que lo traigas cuanto antes...- Dijo sin apartar la mirada de los árboles.
Anyka asintió y se levantó para salir de los aposentos cuando se escuchó de nuevo la voz de su superior, como un susurro en su oído.
- Anyka...
Un disparo que atravesó el aire frió de la madrugada, se clavó en su hombro derecho cerrando las puertas de su memoria y dejando atras los borrosos recuerdos de la ultima noche en el Pueblo de Nesirem; Hogar de aquella Mansión. Volviendo al presente observó a su alrededor sin mover la cabeza, había llegado a su objetivo a la Ciudad de Koslyza.
La Ciudad mas importante del Planeta, un lugar edificado sobre los restos de una civilización exterminada por los impulsos tecnológicos y curiosidades humanas que llevaron al declive del equilibro ecológico, quizás del mismo universo. Un gran imán de esclavitud y sociedades hipócritas carentes de identidad. Koslyza era solo el comienzo de la perdición de la Humanidad.
Aquí en esta necrópolis, se llevaban a cabo experimentos para el desarrollo de armas biológicas y también para el control de las especies, que los ignorantes creen mitológicas o inexistentes, para alguno son un sueño de antaño, Los Hijos de Kishtar.
La avaricia de la especie dominante del planeta no tenía límites, igual que la autoridad implacable del Presidente Cid Van Drago. Deseos de supremacía recorrían sus venas, su más grande ilusión es poder controlar a los hijos de Kishtar para subyugar, al fin el destino de la humanidad y fusionarlo con divinidad. Era una tarea que por generaciones se había ambicionado y ahora podria ssr concluida con éxito.
La bala solo hizo un pequeño orificio en su piel pálida, un dolor menor, una molestia sintió cuando su piel se reconstruía en el acto. Ella se encontraba dentro de la Ciudad, justo frente al Edificio Central de Koslyza donde los vigilantes uniformados con sus características mayas rojas y cascos negros la recibieron con una lluvia amenazadora. Ella se limitaba a ignorarlo, sus armas humanas no le harían daño.
- Si no pueden herirme con una bala, no desperdicien el resto - exclamó mientras desmontaba su moto. Retiró los lentes oscuros, soltó la cinta morada que rodeaba su cuello y se amarró con ella su largo cabello.
- Alto el Fuego - dijo un hombre levantando su mano izquierda y caminando desde la entrada principal - La dama tiene razón, esto no es trabajo para ustedes. - Le regaló a Anyka una sonrisa.
Los vigilantes se retiraron ante la orden. El hombre se acercaba despacio hacia ella, tenia el cabello negro, corto y un mechón azul caía sobre su sonrisa. Vestía un traje azul marino sin mangas y guantes blancos con el sello de Koslyza en ellos.
- Overlord Anyka, algo raro para una mujer...
- ¿Y tu quien eres? - dijo ella poniendo los ojos en blanco.
- Zorín, Johan Zorín... Será un placer acabar con su vida.
- No me digas...
El Presidente Van Drago observaba la escena desde las ventanas panorámicas que rodeaban su oficina circular cuando la puerta se abrió de golpe. Su asistente jadeaba, estaba totalmente sudado y casi se podía escuchar el latido de su corazón.
- ¿Qué esta pasando Kyle?
- Señor – respondió casi sin aliento - un miembro de la Hermandad Kishtar esta en el edificio, se desconoce su objetivo – tomo una bocanada de aire – debe abandonar el edificio…
Van Drago no prestaba mucha atención a las palabras de Kyle quien admiraba, atónito, la tranquilidad con que el Presidente paseaba por su alfombra verde césped.
- Su objetivo no es matarme… - sonrió con un aire de Soberbia - Creo saber que es lo que busca…
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Esto es el inicio de una Historia.. Escrita por mi obviamente Jeje.. se desarrolla en Kishtar y es el 1 cuento del lugar.
ResponderEliminaro_o SUGOIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
ResponderEliminarescribes demasiado biiien !!>w< waaaaa amo tu forma de escribir *-* te admiro♥
buena me gusto ^^
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